Vacaciones en la playa

Después de meses de estrés, Andrés y Mariana deciden escapar de la rutina y disfrutar unas vacaciones de ensueño en la Riviera Maya, México. Todo parece perfecto: el hotel, la comida, el mar cristalino y el ambiente tropical. 🌴 Pero más allá del descanso y la diversión, este viaje se convierte en una experiencia para reconectarse, valorar lo simple y recordar que el verdadero lujo no siempre está en el dinero… sino en el tiempo compartido con quienes amamos. 💑🌅

🌞 Bienvenida para tu clase en vivo

¡Hola, queridos lectores y amantes del español! 👋✨
Hoy los invito a viajar conmigo sin maletas, sin pasaporte… solo con la imaginación. 🌊
En nuestra clase en vivo vamos a disfrutar una historia relajante y llena de color titulada “Vacaciones en la playa”, donde descubriremos que a veces la felicidad se encuentra en los pequeños momentos: el sol, el mar y una buena compañía. ☀️🍹
Prepárate para leer, aprender nuevas palabras y, sobre todo, soñar un poquito con el mar. 💬🏖️

Vacaciones en la playa

No hay nada mejor que sentir el calor del sol en la piel mientras se escucha el sonido de las olas rompiendo en la orilla. Andrés soñaba con tomarse una margarita junto al mar, leer un buen libro y dormir la siesta durante el día. Habían sido meses muy estresantes en el trabajo y estaba deseando escapar de la rutina y disfrutar de un merecido descanso junto a su novia, Mariana.

Habían reservado una oferta de última hora en un hotel de lujo en la Riviera Maya, México. Era un paquete todo incluido, así que no tenían que preocuparse por nada, solo llegar al aeropuerto y, desde ese momento, disfrutar. Solo tenían que dejar su equipaje y subir al avión. Como habían reservado con una agencia de confianza, Andrés quiso sorprender a Mariana con asientos de primera clase. No era un vuelo muy largo, pero quería empezar la experiencia con lujo desde el despegue.

Mariana estaba encantada, nunca había volado en primera clase. Se sintió como una reina. “Podría acostumbrarme a esto”, dijo con una sonrisa mientras se acomodaba en su asiento. Les sirvieron champagne y comida fresca. Parecía que no había límite para lo que podían pedir. Unas horas más tarde, el avión aterrizó y, al salir, fueron recibidos por una ola de calor. Habían olvidado lo que era sentirse así después de un invierno interminable en Canadá.

Tras pasar migración y recoger sus maletas, se dirigieron al autobús que los llevaría a su hotel cinco estrellas. Afortunadamente, tenía aire acondicionado, porque afuera hacía más de 30 grados. Se sentaron en la parte trasera del autobús y, mientras salían del aeropuerto, comenzaron a emocionarse por la semana que les esperaba. Habían investigado mucho sobre los lugares que querían visitar y estaban ansiosos por explorar la zona cercana a su hotel.

El camino fue espectacular, siguiendo la costa durante la mayor parte del trayecto. Andrés quedó hipnotizado por el mar turquesa brillando bajo el sol. No podía creer que un lugar así existiera. No les importó el viaje largo, pues pudieron observar otros hoteles y algunos paisajes fascinantes desde la ventana. La Riviera Maya les parecía impresionante y muy diversa. Mariana tomó nota mental de los lugares a los que quería regresar.

Una hora después, llegaron al hotel. Era un lugar increíble, con una gran entrada, aire fresco y personal amable que les ofreció bebidas y aperitivos al llegar. Un empleado tomó su equipaje mientras hacían el check-in. Todo el mundo parecía feliz. Les dieron la llave de la habitación 312 y Mariana cruzó los dedos, esperando que tuviera vista al mar, como habían solicitado.

Al entrar, sus maletas ya estaban allí. Corrieron a la terraza y, al abrir las cortinas, vieron el mar azul justo frente a ellos. ¡Habían conseguido la vista que querían! Estaban en el último piso, con una vista panorámica de la piscina, el bar al aire libre y algunas personas haciendo yoga en un pequeño jardín junto a la playa.

Sin perder tiempo, bajaron corriendo a la playa. Estaban ansiosos por nadar en el mar. Se cambiaron rápidamente, aplicaron protector solar y reservaron unas sillas de playa. Mariana fue la primera en sumergirse de cabeza en el agua, mientras Andrés, más precavido, entraba poco a poco antes de lanzarse.

Nadaron por un rato antes de ponerse los lentes del agua. Cuando metieron la cabeza bajo el agua, no podían creer lo que veían. Era como mirar dentro de un acuario: peces de colores nadaban a su alrededor, pequeños cangrejos se movían en la arena y corales brillantes se mecían con la corriente. Se quedaron en el mar toda la tarde, saliendo solo para beber algo y aplicarse protector solar. Todos los problemas de Andrés en el trabajo parecían haber desaparecido. Esto era justo lo que necesitaba. El mar siempre le ayudaba a poner las cosas en perspectiva.

Cuando comenzó a atardecer, volvieron a la habitación para bañarse y vestirse para la cena. Tenían hambre después de nadar todo el día y estaban emocionados por probar la comida del hotel. Habían leído excelentes reseñas sobre la variedad de platillos.

Al llegar al restaurante, les asignaron una mesa para dos con vista al mar. La brisa era refrescante. Pidieron sus bebidas y entraron a elegir su comida. Había tantas opciones que se sintieron abrumados. Mientras cenaban, planearon los próximos días: querían alquilar una moto o un auto para explorar más allá del hotel. Preguntaron por los autobuses, pero no había rutas cercanas.

Andrés quería visitar una playa famosa por su increíble snorkeling, mientras que Mariana quería conocer algunos sitios arqueológicos mayas. Se preguntaban cómo harían para aprovechar al máximo sus seis días restantes. Decidieron que tendrían cuatro días de excursiones y dos días para relajarse en la playa.

Después de la cena, volvieron a su habitación. Estaban agotados después de un día de viaje y natación. No podían esperar a despertarse al día siguiente y aprovechar al máximo su viaje de lujo.

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